ADAPTARSE O MORIR

New York, El Bronx - Abril 2012

Después de saciar mi sed con la bella violinista rondé por un rato en su departamento, me di una ducha para remover los restos de suciedad y lodo, mi cuerpo era un asco por haber escavado para salir de mi inducido letargo; la sangre de mi víctima y el barro en mi cuerpo se disolvieron de inmediato al caer el agua tibia sobre mi pálida piel, la sangre de la artista aún latía en mis venas.

 

Aquel éxtasis transportó mi mente a mis antiguos compañeros, Bianca con su ceja enarcada y ese aire petulante que la caracterizaba, Vladimir, ah mi viejo amigo y compañero de andanzas tan hermoso como sanguinario, me gustaría verlos… Ohhh la soledad, no me había pesado tanto como en estos momentos ¿Cuál sería mi camino? La falta de interés motivó mi primer letargo y ahora, despierta,  solo está el vacio; mi condición vampírica me ha dejado sola, con hambre no sólo de sangre si no de saber, de conocer y explorar los limites humanos, eso mismo me ha conducido a una insatisfacción, quizá el paso siguiente sea mi extinción, me gustaría despedirme de mis amigos pero sé que ellos no lo entenderían ¡¡¡Me intentarían disuadir!!!

 

Me desvié por un momento en mis recuerdos. Cuando salí del apartamento de la violinista y me dirigí a la azotea, la vista era palpitante, con infinidad de luces multicolores en el horizonte, el viento acariciaba mi desnudes y elevaba mi cabello suavemente, por los edificios se vislumbraba el alba; si había de terminar mi vida así no quería verlo, El fulgor matutino me produjo un escozor que me enrojeció, conforme el sol se encumbra el dolor se volvió cada vez más insoportable, la piel se me rizo en hojuelas que se disipaban casi al instante, cerré los ojos... Intente permanecer de pie aguantando, pero el dolor y el sufrimiento fueron demasiado, creí en ese momento poder llevarlo hasta que mi final me alcanzara, pero no pude ¡¡¡Soy una maldita cobarde!!! Tuve que huir a refugiarme de nuevo al apartamento de aquellos pero devastadores indicios de luz solar, de nuevo estaba protegida dentro del hogar de la violinista.

 

A escasas horas el olor a muerte era penetrante para mi fino olfato aún que imperceptible para los humanos, el cadáver de la violinista yacía en la cocina y yo acurrucada en el rincón más oscuro del lugar, quise llorar de impotencia y dolor pero ninguna lagrima acudió a mí, sentía ese nudo en la garganta que quería estallar en un grito de agonía pero mis labios ahogaron el lamento, perdí la conciencia por varias horas hasta que cayó la noche.

 

Cuando recobré el conocimiento el dolor había disminuido considerablemente, escamas se desprendían dejando ver una piel tersa y un poco más oscura, me acerque al espejo que colgaba en la entrada de la casa y la luz artificial que se filtraba era suficiente para que apreciara mi rostro; me convertí en vampiro a los veinticuatro años, al pasar las décadas mi tez se fue volviendo pálida, mis ojos aceitunados se tornaron grises y mortecinos, sin embargo la hazaña del día anterior tuvo efectos, afortunadamente para mí no fue la muerte; volviendo a lo de intentar ser una caminante diurna, obtuve un beneficio sin la intención que así fuera, a causa del contacto con el sol la piel parecía casi humana, las suaves líneas de expresión se notaban un poco más dando la impresión de arrugas.

 

Claro, claro, la cicatriz en mi mejilla al igual se marcó mucho más ¿Cómo olvidarla? Toqué con la yema de mis dedos los bordes irregulares y abultados sobre mi pómulo, a mí memoria acudió el momento exacto en el que fue producida por Gallaguer el recuerdo de sus ojos llenos de furia me volvió a estremecer.

 

Gallaguer… Que anticuado y fuera de época suena ese nombre hoy en día, no obstante es acorde a quién lo poseía, sí, me refiero  al legionario romano con apetito de someter continentes… Que lejano parece todo; se preguntarán quién es Gallaguer pero ahora no es el momento de recordarles mi historia con él, quizá un poco más adelante.

 

Al dejar de sumergirme en mis recuerdos me di cuenta que la artista poseía atuendos muy masculinos y hermosos en su armario, prendas de gasa, seda y finos encajes, supongo que era lo que usaba para sus presentaciones al tocar el violín; al vestirme, la tela causó un ardor apenas tolerable sobre mi piel.

 

Salí del apartamento a saciar mi hambre ya que esta se incrementaba a cada instante. Al caminar por las calles de esa ciudad me sentí tan ajena, sola y desamparada. Mi idea era cazar cerca del edificio de la violinista y permanecer ahí hasta conseguir un mejor lugar, tendría que robar para darme los lujos a los que estaba acostumbrada… ¡já! Creo que no fue bueno ser la niña mimada de Bianca, si ella estuviera aquí no tendría de que preocuparme.

 

Siempre he sabido donde encontrar a mis victimas, mi instinto me guía a la peor zona  y en el actual Nueva York lo es el barrio de San Benito, es como Whitechapel en la época victoriana solo que lo único diferente es la gente, parece más avispada y suspicaz pero en general es el mismo prostíbulo; el ambiente apestaba fue muy desagradable, caminé en la acera con las manos en los bolsillos escogiendo mentalmente quién sería mi próxima víctima, era irónico, ellos se me ofrecían sin saber que no solo ofertaban sexo sino sus vidas en sí, continué avanzando hasta que una mujer llamó mi atención ¿Por qué? Por que pese a toda esa podredumbre parecía brillar entre todos como un faro en la oscuridad era muy hermosa, vino a mí, me vio por un instante y me hizo un guiño para que la siguiera, ella hablaba pero mis oídos no prestaban atención a sus palabras, mis ojos se posaron en sus gruesos labios y bajaron a su escote; creo que tuvo la impresión que yo era hombre, tal vez por como la veía pensó que la deseaba.

 

En mi mente retumbaba con fuerza el latir de su corazón; fue algo clandestino, solo ella y yo, la tomé entre mis brazos y la sujeté de manera que no escapara, cubrí delicadamente su boca con mi mano y bese seductoramente su cuello, su cuerpo empezó a temblar excitado y en el momento menos esperado… ¡¡Di una potente mordida!!... DESGARRÉ su piel, la sangre emergió a borbotones casi ahogándome, penetró mi ser, era cálida y febril; la apreté contra mí y cuando su corazón estaba a punto de colapsar me detuve… Rasgué mis labios para que sangraran y la besé nuevamente solo que esta vez en la boca, le di unas gotas de mi “Poder” para prolongar un instante más su vida mortal… Me es placentero jugar a ser Dios, decidir sobre la vida de un ser humano.

 

Caminamos un rato por el callejón, ella tambaleaba como si estuviera ebria, hubiera pasado como tal de no ser por el enorme agujero de su cuello y la sangre casi coagulada sobre su escote; la mujerzuela tropezó y ambos caímos al piso, sus ojos aterrados quedaron frente a los míos, parecía implorar en silencio, eso me provocó una risita burlona, le mostré el cuchillo que llevaba hasta ese momento oculto en mi chaqueta, cuando sus lagrimas rodaron por sus mejillas un fervor me carcomió desde el la boca del estomago hasta mi rostro, fue como si miles de diminutas arañas caminaran debajo de mi piel, sin dejar de contemplarla clavé la daga hundiéndola en medio de su pecho; me costó cortar la piel hasta su pelvis pero cercené con brutalidad, metí mi mano entre sus senos mutilados arrancando su corazón, lo aplasté entre mis dedos y sorbí como si fuera el jugo de un racimo de uvas… Me quede acostada un instante junto al cadáver de la prostituta, parecíamos dos amantes exhaustos después de un tórrido encuentro sexual. Aletargada por la vívida experiencia me puse de pie y me aleje del lugar.

 

Estúpidamente volví al apartamento de la violinista para refugiarme algunos días, no obstante el edificio en el que se encontraba mi primera víctima estaba rodeado por una multitud de curiosos y policías, estos últimos sacaron el cadáver de la artista envuelto en plástico negro; el estomago se me crispó, creí  que vomitaría.

 

Varios uniformados mantenían el orden comandado por quién parecía el  jefe, era un hombre de imponente estatura y cuerpo atlético llevaba una gabardina caqui que lo hacía ver mucho más alto, sus ojos resaltaban bajo su melena revuelta y lacia parecían los de un felino astuto y sagaz, él  tomaba notas en una libreta al mismo tiempo que observaba a su alrededor escudriñando a la muchedumbre…

 



By Gabriel

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