AMOR

Londres - Noviembre 1887

 

– ¡Kami! – Grita desde el patio Gabriel.

 

La muchacha con rasgos orientales atiende al llamado ataviada con un kimono tradicional de seda.

 

-Trae tu katana, quiero que entrenes antes de ir con Bianca – Se pone de pie al centro del jardín.

 

Debido a la condición inmortal de Gabriel es capaz de ver colores en los seres vivos, ante sus ojos despiden tonos variados, partiendo de un negro espeso hasta tonalidades pastel, sin embargo, en Kami siempre ha visto un blanco luminoso tanto como el sol pero este no le ciega o quema, el halo que la empleada le proyecta le recuerda mucho su humanidad perdida.

 

– Cuanto daría por volver a esa época, todo era tan simple, no tenía esta insaciable ambición de saber del cómo o el porqué de las cosas… – Gabriel sujeta el mango de la katana mientras medita con un aire nostálgico.

 

El acero de las espadas chocan e interpretan una sinfonía de muerte, bailando cadenciosamente en un vaivén de golpes y estocadas.

 

– Será una digna Malkavian cuando su momento llegue – Los labios de Gabriel se mueven de forma involuntaria dejando escapar sus pensamientos.

 

El entrenamiento prosigue hasta que son interrumpidas por el crujir de la puerta principal, el carruaje entra crepitando sobre la fina capa de hielo, cuando se detiene desciende un joven que se presenta como el alumno de Vladimir.

 

Kami hace una reverencia y es correspondida por el apuesto chico, el corazón de los jóvenes se acelera, nace un vínculo invisible que los cautiva, se ven a los ojos como si el mundo desapareciera, se aproximan hasta quedar a escasos centímetros uno del otro.

 

Una extraña sensación invade a Gabriel, entorna su vista en la pareja y esa luz que solo es perceptible para ella comienza a vibrar, pequeños destellos  azulados brincan hasta rodear a los dos mortales en una flama de matices índigo, la vampiro impulsada por su natural curiosidad agudiza sus sentidos al grado que puede interpretar las emociones que brotan de los mortales, camina alrededor de la pareja estudiándolos  casi como cuando asesina – Son tan extraordinarios, no había reparado en lo fascinantes que son estas criaturas.

 

Los dos jóvenes palpitantes de vida irradian un aura que hechiza a la Vampiro.

 

Gabriel roza sutilmente con la yema de los dedos a los enamorados, posee el poder sobrenatural de magnificar e inducir a la excitación a cualquier persona con solo tocarla, a voluntad los obliga a dejarse llevar por el frenesí que crece en ellos como el torrente de un rio desbordado.

 

Se funden en un beso apasionado, las mejillas de Kami comienzan a llenarse de color, las manos apuradas de él quitan bruscamente los lazos de seda que sujetan la túnica y esta cae sin control sobre la nieve, la desnuda piel de porcelana es hermosa, suave y tibia.

 

Gabriel experimenta algo muy parecido al deseo, sus pupilas se expanden y tiene una gran sed, no sed de sangre o de vino, era una necesidad de sentir que su pecho explote y muera sin morir, se siente aturdida, las intensas emociones que los dos vitales jóvenes evocan son abrumadoras y  empieza a crecer en ella una sensación de tristeza.

 

Las manos masculinas recorren sin reparo el cuerpo de seda virgen de Kami, explora las sinuosas formas hasta llegar al centro máximo de su placer, le roba el inmaculado velo penetrando sus carnes, sumergiéndose en ella hasta ahogar sus pasiones, el sudor perla la piel pujante y el murmullo de sus gemidos retumba con eco en la noche.

 

Cuando Gabriel nota los labios húmedos y entreabiertos de los amantes su imperturbable máscara acartonada de inmortalidad cae, tiene un momento intenso en el que se siente embriagada de amor, pero es sacada abruptamente de ese embeleso  a causa de su instinto, el torrente sanguíneo de los enamorados aguijonea la bestia que yace aletargada en el fondo de su ser, reúne copiosamente su fuerza de voluntad y se rinde a los besos y caricias olvidando el latir de sus corazones, se aferra a ellos al notar de nuevo la presión de sus labios.

 

Ambos amantes están relegados en su pasión ajenos a lo que les rodea, no existe frío o vergüenza.

 

El rostro de Gabriel parece cobrar vida, se estremece, el estado agudo de sus sentidos le permite percibir vívidamente sus propias experiencias trayéndolas desde sus más sepultados recuerdos, un estupor le recorre y la sobresalta – ¿Cómo pude olvidar esta sensación? – Un cumulo imperioso de emociones reprimidas sale a flote, sus facciones se crispan.

 

No puedo moverme, entiendo en silencio el idioma de sus cuerpos, es algo grande y avasallador, sobrecogedor, entonces ¿Por qué me duele? ¿Por qué me siento tan muerta como nunca antes? Sin darme cuenta mis pies avanzan sin rumbo alejándome, no quería reconocerlo, pero ya sabía lo que me proponía hacer.           

 

 

 

By Gabriel. 

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Comentarios: 1
  • #1

    Gothlance (miércoles, 17 junio 2015 23:18)

    Excelente descripción ^^. Esas preguntas que te has hecho dentro me han hecho pensar y ser partícipe del sentimiento.