Paseo nocturno

El invierno azota la ciudad de Londres, es el más crudos de los últimos años, el mes de noviembre está siendo uno de los más gélidos, la nieve no frena su descenso, pasan días enteros en que sol no ilumina las calles, es opacado por las gruesas nubes y la neblina.

 

El Distrito Mayfair luce con mucho movimiento, como lo hacía desde la llegada de sus nuevos inquilinos, durante el día solo se observa como salen y entran sirvientes, pero al abrigo de la penumbra y el ocaso todo cambia, al principio los vecinos eran curiosos pero al pasar los días la gente se fue acostumbrando a lo que ahí se observaba.

 

Pasan varios días desde que Vlad despertó de su letargo, su sed de sangre es mucha, ya que en este tiempo no ha probado gota alguna de aquel líquido carmesí, dentro de los aposentos que le fueron designados, observa por la ventana, nota que la nieve ha cedido, cree que será óptima para una buena cacería, decidido a saciar su sed y se prepara para una gran noche en Londres. Vlad se coloca un kimono de seda negra con un sutil patrón de un dragón en un color negro mate, las mangas cubren hasta las muñecas, el obi es de un color dorado, este último lo coloca alrededor de la cintura con sumo cuidado, el vestirse para él es un ritual religioso, al final calza sus pies con sandalias bajas hechas de algodón y cuero llamadas zori, es una característica vestimenta oriental, el cabello albino lo lleva recogido en una coleta, deja al descubierto sus finas facciones, los pómulos son redondeados y su barbilla es cuadrada, muy masculina, sus intensos ojos turquesa destellan con el jugueteo de la luz que emana del viejo candelabro que hay en el cuarto.

 

Vlad sale de su habitación, no percibe la presencia de su anfitriona, así que solo cruza el umbral de la entrada principal abandonando el lugar, el viento que corre agita suavemente su ropa al igual que su cabello, la noche se apodera de todo el lugar, es la mejor compañera de aquel cainita.

 

Camina por la acera, dejando plasmadas en la nieve suaves pisadas, recorre la ciudad sin éxito, no encuentra al desafortunado que servirá para saciar su sed, así prosigue su andar por varias manzanas.

 

-Demonios ¿Es caso nadie sale a la calle a estas horas? Solo necesito uno que otro ganado ¿Eso es mucho pedir?-

 

A unas cuantas calles para llegar al corazón del centro de la ciudad se topa con una plazuela donde ve a un par de jóvenes doncellas.

 

-Al fin un poco de comida- Susurra para sí mismo, ya que esa imagen le llena de un sombrío placer.

 

Las dos chicas son de piel blanca, cabello rubio y visten de forma pulcra y sencilla, son de clase media, una es delgada y alta, la otra es de talla pequeña y con curvas.

 

Sin perder un segundo Vlad cruza la calle para emprender la cacería, sigue de lejos al par de chicas, estas no notan su presencia, ellas continúan con su mismo paso sin saber lo que las acecha, después de unos minutos las jóvenes se detienen en una vieja casona, hogar de una de ellas, en las escaleras se despide una de la otra, la joven de talla pequeña entra a la casona y la otra continúa su presuroso camino.

 

-Vaya, vaya pequeña hoy te has salvado pero regresaré por ti, por ahora me conformo con tu amiga- Dice para sí mismo mientras se relame los labios.

 

El cainita hambriento utiliza su velocidad para dar alcance a la joven (Celeridad) justo a la espalda de la joven, la rodea por la cintura con uno de sus brazos la detiene bruscamente, le susurra al oído resoplando.

 

-No te preocupes preciosa, no soy el asesino al que todo Londres teme, no te haré daño, solo sé buena conmigo y conservarás tu inútil vida-

 

Sin perder tiempo Vlad con su mano libre toma la cabeza de la chica ladeándola muy delicadamente y deja expuesto el cuello, pega el tibio cuerpo femenino al de él, estrujándola, siente como la humana vibra de vitalidad y tiembla de miedo, sin dudarlo clava sus colmillos cortando la piel, de golpe, brota la sangre de la carótida cercenada llenando sus fauces, extrae lentamente todo el líquido vital de la desafortunada, despojándola de su vida sorbo a sorbo.

 

Al saciar su sed, el cuerpo inerte de la mujer cae sobre la nieve, ahí de pie junto a su presa, en la desolada noche invernal se siente complacido, decide tomar el cuerpo para no dejar huella de su víctima.

 

-Si no fuera por la estúpida de Gabriel no tendría que preocuparme por dejar rastro, pero si esto se descubre, no será bueno, con lo arisco que están los ancianos y con la reputación que llevo en hombros no dudarán en darme caza-

 

Vlad con el cuerpo de la chica en uno de sus hombros se dirige hacia el río Rin, el cual esta a unas cuantas calles, alcanza a divisar un pequeño callejón que lleva a la orilla del río, se adentra hasta llegar al apacible Rin, antes de arrojarla se detiene un instante, desgarra una parte del vestido de la chica, al tener el trozo de tela solo la deja caer, la desafortunada desaparece en las frías y oscuras aguas del río, con el retazo del vestido limpia la sangre que mancha la comisura de sus labios y luego se deshace del pañuelo improvisado de igual manera que del cadáver.

 

Vuelve a merodear y llega a las calles desoladas del centro de la ciudad, se detiene frente a un edificio en particular, enclavado en el distrito de Whitechapel, no tiene nada de especial pero la atención de Vlad es arrebatada, por las ventanas se logran ver muchos libros.

 

 

La entrada principal del local es una vieja puerta de madera con un cristal transparente que deja ver el interior, dos ventanas rotuladas con letras azules que dicen “Librería” hay varios estantes de libros de toda clase, religión, interés social, político, místicos, cuentos infantiles; una barra donde hay una esfera de cristal con muchas llaves dentro, un tarro con lapiceros; el piso es de madera desgastada, dentro huele a papel viejo.

 

Vlad acostumbrado a tener lo que quiere y amante de los buenos libros, hecha abajo la puerta ejerciendo fuerza con ambas manos, empuja la puerta de madera y una nube de polvo aparece al caer.

 

- Muy bien, espero que los rumores de ese imbécil sean ciertos y el estúpido libro se encuentre aquí-

 

Vlad se adentra en aquella vieja biblioteca, su mano recorre los lomos de los libros que se encuentran acomodados en los estantes pero ninguno es de su interés, de pronto en un rincón sobre una vieja mesa que sostiene una pila de libros viejos y raros, da un vistazo.

 

-Demonios, ninguno es el que busco, ese idiota me engañó, pero esto le va a costar la vida-

 

Al ir desplazando los libros uno a uno y dejándolos caer al suelo, hay uno en especial que le llama la atención y mucho.

 

-Pero que tenemos aquí, bueno no encontré lo que buscaba pero esto es un buen premio de consolación-

 

Vlad toma entre sus manos un libro muy antiguo y desgastado de los bordes, el I Ching, un libro antiguo que habla sobre las mutaciones.

 

- Bueno al parecer esto no es una simple copia, quien diría que en este lugar tan mediocre encontraría este precioso tesoro-

 

Las horas se van volando mientras Vlad lee el libro dentro de la biblioteca, faltan un par de horas para el amanecer, el viejo reloj de péndulo que esta junto a una de las paredes anuncia con sus campanadas las cuatro de la mañana, al percatarse de esto se levanta de la silla en la que se encontraba sentado.

 

-Muy interesante, pero es hora de partir, tomaré prestado este ejemplar, será una gran adición a mi biblioteca personal-

 

 

Con el libro en sus manos, Vlad sale del edificio, la tormenta de nieve ha cesado pero el frío sigue siendo igual de intenso, toma el camino por la acera hasta llegar al Distrito Mayfair y regresar a sus aposentos.

 

 

By Reik.

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