Diversión en Londres

Después de muchos días de viaje al fin logran cruzar el canal de la mancha y dirigirse al centro de Londres; el preciado cargamento consta de un par de ataúdes donde traen al maestro y a la mujer que salvó la vida de Gabriel. Gallaguer comanda la caravana durante el día, el tipo es rudo e imponente, los sirvientes apenas cruzan palabra con él evitándolo en lo más posible.

 

 

El fiel sirviente de Gabriel de nombre Anthuan la acompaña durante el día, resguardando el descanso de esta, los ojos opacados por las cataratas del lacayo acarician con la mirada el inerte cuerpo de la mujer, el rostro del rancio viejo parece tener la misma expresión de la primera vez que la vio en Francia hace muchos años atrás. En aquella época Anthuan era un vigoroso joven de no más de veintidós años, alto, de hermosa piel morena que era acentuada aún más por su cabellera larga y castaña, de profundos ojos verdes y expresivos, como un lago apacible. Aquella noche el joven de ojos verdes se dedicaba a celebrar en el bar, bebiendo hasta casi perder la razón. Salió de la taberna con pasos torpes y emprende una burda marcha a su hogar, el cual se encontraba al final de un callejón. El reloj marcaba las cinco treinta y siete de la mañana cuando el ebrio muchacho llegó a su domicilio, algo atrajo su atención era un pequeño bulto al pie de la entrada de su morada, en cuanto más se acercaba a esa sombra, el mozalbete ebrio se daba cuenta que era una joven, ella volteo y fue entonces cuando él descubrió la inigualable mirada grisácea, a la chica la cubría un manto que apenas dejaba visible su faz. Anthuan no daba crédito a la hermosa belleza que irradiaba esa extraña, era como si algo en ella lo atrajera en sobremanera. En el horizonte el sol comenzaba a dar sus primeros fulgores, percibió algo en la chica parecía temor, los ojos verdosos del muchacho se abrieron desmesurados al ver como la piel de la desconocida despedía humo como si la luz lo provocara, por el asombro la borrachera se le esfumó como por arte de magia, apremiante abrió la puerta de su casa y vio como la joven sin invitación alguna se cuela dentro, guareciéndose en lo mas oscuro de la estancia, él asume que la luz causa ese efecto en la piel ya que despide un fuerte olor a quemado, rápidamente corre las cortinas dejando en penumbras la sala. La desconocida lo veía arisca, de reojo, fue entonces cuando habló.

 

-Tengo una extraña enfermedad que produce que el sol dañe severamente mi piel, sería de gran ayuda que me permitas pasar el día aquí y pueda marcharme cuando la oscuridad lo consienta-

 

Anthuan no gesticuló palabra alguna, solo asintió con la cabeza incrédulo, mientras tomaba asiento en un viejo sofá frente a la pequeña dama, pasaron los minutos el cansancio y el alcohol lo vencieron dejándolo sumido en un trance, al despertar una nueva y rara sensación le recorrió todo su ser, nunca lo entendió hasta tiempo después, cuando la propia Gabriel le contó que esa noche había vertido en su boca gotas de su sangre que resbalaron por su garganta casi imperceptiblemente pero de forma continua, para lograr que él en un estado inconsciente se ligara a ella de una forma inconcebible hasta ese momento para Anthuan. Pasado el tiempo comprendió que ese hecho le había esclavizado a la joven.

 

Aquel recuerdo invadió la mente del sirviente solo unos instantes, de repente un golpeteo en la puerta del carruaje lo saca de su absorto, era Gallaguer con rostro adusto.

 

-Perro, dile a tu amo que hemos llegado- Gallaguer sin más, se da la vuelta y se aleja.

 

Gabriel se las había ingeniado para averiguar en que distrito de Londres se encontraba una de las tantas propiedades de la familia Mayfair, nunca había tenido que pedir permiso para ocupar los medios de esta familia, pues siglos atrás se le había conferido el título de heredera de estos bienes, por lo cual ocupar la mansión que se encontraba justo en frente no representaba problema alguno.

 

- Es aquí - La chica asevera asumiendo están en la dirección correcta por las descripciones que anteriormente le habían dado.

 

Los mozos y empleados son puestos en orden por Anthuan, quienes bajan los ataúdes y los llevan a la parte más alta de la mansión, todo esto es hecho con rapidez para no despertar sospechas entre los vecinos curiosos. Gabriel baja del coche y su atuendo no permite distinguir si se trata de un hombre o una mujer ya que su constitución física es muy parecida al de un joven delgado, se dirige a la habitación principal donde ya están sus pertenencias, está cansada, hambrienta y aburrida, camina como león enjaulado de un lado a otro como tratando de sosegar su frenesí, sin pensarlo más se prepara para salir colocándose un traje masculino, una capa y un sombrero que ocultan parcialmente sus facciones, sale con paso firme por la entrada principal y comienza su cacería merodeando distrito por distrito hasta que llega a Whitechapel, es un barrio muy pobre, el olor que se respira es a podredumbre, alcohol y corrupción.

 

La vista errática de Gabriel recorre cada callejón plagado de prostitutas y ebrios pestilentes a enfermedad, no muy lejos de ahí ve a una fémina trae un vistoso sombrero el cual llama la atención, camina hacia ella y le habla en tono amable requiriendo sus servicios, no había que ser muy sagaz  para deducir por las fachas que se trataba de una prostituta. Después de una breve charla la mujer conduce a Gabriel a una calle poco transitada, la chica con aspecto andrógino deja que la prostituta se adelante unos pasos y cuando esta voltea Gabriel la toma por el cuello con ambas manos, sus dedos se cierran como prensas oprimiendo, asfixiándola; la proximidad de ambas hace que el hedor de la mujerzuela corrompa el olfato de la demente homicida al grado de presionar cada vez más provocando que la víctima pierda el sentido, la suelta de golpe y sin perder el tiempo saca un filoso cuchillo de aproximadamente treinta centímetros de largo, se inclina al cuerpo flácido e inconsciente de la golfa, sujeta firmemente con una de sus manos la cabeza y coloca el cuchillo en su piel arriba de su escote, hace un primer corte cercenando la vena carótida, continua dando un golpe contundente que parte la tráquea en dos casi desprendiendo la cabeza, Gabriel se apresura a beber la sangre que inmediatamente brota saciando por completo su apetito, pero no se detiene ahí, hay un deseo oscuro e incomprensible que la orilla en su éxtasis a causar más daño al cuerpo de la mujer, desgarra violentamente la ropa de la desdichada dejando el vientre expuesto, la imagen brutal frente a la homicida desboca una incontenible locura, clava el frío acero a la altura del estómago cortando hacia abajo de forma irregular hasta llegar al pubis, el trofeo se encuentra dentro, introduce las manos en la carne mutilada y la rasga con fuerza, los intestinos son arrancados y colocados delicadamente por Gabriel sobre el pecho del cadáver. Solo falta un par de cosas, acto seguido roba con movimientos bruscos el útero y corazón, una vez en sus manos se aferra a ellos su rostro dibuja una sonrisa torcida que es pronunciada más por la tirante cicatriz en su mejilla. Gabriel se encuentra en un estado de enajenamiento glorioso para ella, aquella sensación que acaba de experimentar es totalmente fascinante. Abandona el lugar con la complicidad de la noche con rumbo de vuelta al distrito Mayfair en sus manos lleva los trofeos aún tibios...

 

 

 

By Gabriel

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