HECHOS INESPERADOS

Londres - Noviembre 1887

Al pie de la montaña se yergue una antigua construcción, una cabaña de madera que a juzgar por su fachada fue construida alrededor del siglo XV, delimitada por una pobre y desgastada cerca de maderos al frente y una remodelada valla de madera atrás, a espaldas una espectacular vista de la cadena montañosa y un extenso y congelado lago complementan la vista del lugar, dentro todo está decorado en un corte oriental y austero.

 

En la habitación principal se encuentra Vladimir, el incienso lo envuelve mientras está en posición de loto.

 

Horas después llega un carruaje ostentoso. Un hombre larguirucho, escuálido y bien vestido con traje sastre en color oscuro  se aproxima a la puerta del coche, abre y haciendo una reverencia extiende su mano para brindar apoyo, del interior surge una mano femenina cubierta por un guante negro, lentamente emerge una sensual silueta, Verónica ha llegado, ataviada en un abrigo de pieles y debajo un vestido rojo, se adentra en la propiedad y al llegar a la puerta toca delicadamente, una voz masculina le responde del otro lado.

 

-¡Adelante!-Dice Vlad con su peculiar acento ruso-asiático

 

Verónica abre la puerta con un gesto de desagrado por el polvo que se desprende del picaporte.

 

-¡Vladimir! Al menos hubieses dado una limpiada si sabias que vendría, sigues siendo el mismo desconsiderado de siempre- La chica frota sus dedos tratando de deshacerse del polvo en sus guantes.

 

-Verónica veo que el tiempo ha hecho estragos en ti, también me da gusto verte- Añade Vladimir en tono de broma mientras sirve un poco de sake para su invitada

 

-¿Así que aún sigues con tus tradiciones japonesas? vamos Vladimir ya es tiempo de que te modernices, estás en occidente, la gallina de los huevos de oro- La elegante mujer barre con la vista el espacio oriental.

 

Cierto gesto de enojo se dibuja en la cara de Vlad –Tienes suerte de ser la única a la que le permito que me hable así, de lo contrario tu sangre ya hubiese manchado el tatami.

 

-Vamos, tu sentido del humor jamás mejoró… Pero bueno ya estoy aquí, que es eso tan urgente que necesitas tratar conmigo-

 

-Imagino que aún debes tener tus contactos en la alta sociedad como cuando te conocí en Budapest o me equivoco…

 

-Sabes que soy una dama que le gusta el poder, pero ¿Qué con eso?

 

-Necesito tu ayuda, hay cierto consejero de la reina del que quiero información, y tú eres la única que puede ayudarme en esto.

 

-Querido, en esta vida nada es gratis y lo sabes, si estoy aquí es por tu pequeño adelanto.

 

-Lo sé Veronica, aun recuerdo tus finos gustos y tu interés por lo bueno, sabes que todo eso para mí no es problema- Se levanta de su lugar y sale de la habitación, después de unos minutos regresa con una caja de madera y la coloca al frente a ella.

 

Verónica movida por la codicia presurosa abre la caja develando el interior lleno de monedas de oro sin grabar, algunos rubíes y diamantes, los ojos felinos brillan de avaricia, sonríe pícaramente y regresa su mirada a quien se ha convertido en su patrón.

 

-Y bien mi señor- Dice con sarcasmo – ¿En qué puedo ayudarle?

 

-Solo quiero información, como debes estar enterada próximamente la Reina celebrará un baile de mascaras por su aniversario en el trono, como buena concubina debes estar invitada al lado de algún acaudalado duque, bueno, como sé que te mueves en esos círculos necesito ver que sabes acerca del sujeto que es la supuesta mano derecha de la Reina Victoria, un supuesto Duque de Clarence y Avondale.

 

-¿Y porque tanto interés en la realeza? A pesar de tu linaje siempre has estado al margen de figurar  en la escena pública, me intriga que ahora estés tan interesado en esos “falsos líderes” como siempre les has llamado.

 

-Eso no es de tu incumbencia Verónica, además, recuerda que la curiosidad mató al gato, te pago muy bien por tus servicios así que solo limítate a contestar lo que te he preguntado.

 

Molesta ante las palabras rudas de su ahora jefe, Verónica reprime su ira y contesta a los cuestionamientos ya que sus servicios han sido costeados y pocos como él pagan solo por mera información –Muy bien, su nombre es Arthur Bradley, como tú lo dijiste es el brazo derecho de la reina, es quien lleva los asuntos políticos y económicos de toda Inglaterra, se dice que hay algo extraño en él pues jamás se le ha visto en público fuera de las fiestas nocturnas y cenas que se ofrecen en el Palacio, sus sirvientes son muy celosos, no permiten que nadie se acerque a su mansión, la cual está muy cerca del Palacio Real, él tiene mucha influencia sobre la reina, quizá más que la propia progenie de la Reina, escuché que el Duque Arthur será el anfitrión del Baile de Mascaras, muchas de las decisiones que toma son incuestionables incluso por la misma Reina, tanto que me atrevería a decir que la Reina Victoria es una simple marioneta.

 

-Interesante, ¿Algo más que deba saber?

 

-Se sabe que el Duque Arthur es un ex militar, se cuenta entre la alta sociedad que él y un pequeño grupo de quince hombres acabaron con los insurgentes en la parte norte, aniquilaron a cientos de irlandeses y galeses que estaban planeando sabotear el Reinado victoriano, también escuché que el ataque se realizó de noche en uno de los pueblos al norte de Glasgow, el Duque estuvo mucho tiempo al servicio del ejercito real, fue el encargado de la seguridad de la reina cuando está subió al trono, desde entonces se ha convertido en la compañía inseparable de ella, así se ganó la confianza de la Reina y se convirtió en algo más que un consejero, hoy en día su injerencia es más que solo la de un asesor real, se murmura entre los barones y duques que a costa de los príncipes, a él se le considera el próximo heredero al trono tras la muerte de la Reina.

 

-Bien, para ser una simple concubina sabes muchas cosas, me has sido de gran ayuda, por ahora es todo lo que necesito saber, retírate por favor y recuerda, esta reunión jamás pasó.

 

Verónica toma su recompensa y se va del lugar.

 

Vladimir sale de la habitación y se dirige hacia la parte trasera de la casa, ahí hay un pequeño jardín de estilo japonés, al centro hay un pequeño estanque de arena con diversas rocas sobresaliendo, en el costado derecho hay una banca de madera y a un lado unos maceteros de cerámica japonesa con unas intensas rosas rojas, Vlad toma asiento intentando digerir la información que Verónica había dicho.

 

Instantes después se abre la puerta de la cabaña, aparece una figura musculosa sosteniendo un bolso, los rayos plateados de la luna revelan la identidad del sujeto, se trata de Sergei quien en su diestra sostiene un bolso de cuero.

 

-Maestro el trabajo está hecho.

 

-Acercate mi pequeño dragón, ¿Tuviste alguna dificultad?

 

-No maestro, se hizo tal cual me ordenó- Sergei se acerca a la banca donde se encontraba Vlad y vacía el bolso dejando caer una cabeza humana la cual rodó hasta los pies de Vlad ¡¡¡Es la cabeza de Verónica!!!

 

-Muy bien, no hay que dejar cabos sueltos, tarde o temprano la hubiesen encontrado así que les ahorré el trabajo- Vladimir conserva una serenidad inquebrantable mientras olfatea las rosas de su jardín. –Sergei dile al cochero que estamos listos, es hora de partir que hay muchas cosas por hacer…



By Vladimir

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