Reviviendo viejos y sepultados recuerdos

El avasallado cuerpo de Gabriel cae bruscamente en la fría nieve… se aferra aún al brazo de Vlad mientras le susurra.

 

-No mueras maldito… Aún hay un último baile por hacer…

 

Se intenta incorporar acercando su cuerpo al de Vlad, el masculino rostro lo cubre parcialmente la cabellera blanca la cual está teñida de carmín.

 

-Hijo de perra no me abandones… No otra vez…-  Susurra.

 

Los Labios de Gabriel tiemblan al punto del colapso por la pérdida de sangre… Todo se vuelve negro, cae desmallada a un costado de Vlad, poco a poco la suave ventisca cubre parcialmente los cuerpos  en medio de una mancha de sangre.

 

Es como si Gabriel se remontara en el tiempo… Se encuentra en lejano Japón corría el año de 1221 se ve sus manos, su cuerpo esta ataviado por unos ropajes desgastados, desaliñada, hambrienta; se mueve en un bosque a las faldas del monte Fuji, su aspecto siempre escuálido la hace pasar fácil por un chiquillo… No hacia menos de un siglo que Gabriel había sido abrazada por Ayven esa bestia que le arrebato de su amado Gallaguer y su chiquillo Ángel, el cual después de abandonarlo a los pies de un árbol no supo más de él… después de que su sire le abrazara él desapareció de su vida… Aprendió a cazar se volvió una leona, viajo emigrando hasta que sus pasos la llevaron a Japón.

 

Ahí está la aún inexperta y atormentada Gabriel en medio de la nada con solo un hambre incontrolable y un deseo desmedido de tomar vidas, ya sea de animales o seres humanos.

 

Esa noche algo la marcaría para el resto de su vida. Cansada, confundida, al borde del su propia aniquilación llego a las puertas de un dojo, al parecer no había nadie, se adentró buscando cobijo del día que se avecinaba. Pasaron varias horas… Llego un grupo de monjes a lo que la mujer pensó que sería un festín, que equivocada estaba, la inexperta demente se abalanzo sobre el grupo de diez calvos que olían a jazmín con esos extraños atuendos que ante los ojos de Gabriel parecían afeminados… Cae sobre el primero arrancando con los dientes la piel del cuello como si su boca fueran unas fauces de depredador, desgarra la piel y la sangre salpica a su rostro… El primero fue fácil ya que los agarró desprevenido, sin embargo los otros nueve solo se pusieron en posición de defensa rodeando a Gabriel, no sabía a ciencia cierta que si se trataba de un chiquillo o un una extraña bestia, Gabriel se sentía acorralada dispuesta a tomar la vida de todos ellos, de la entrada principal un par de siluetas hacen su arribo al parecer es el maestro con su discípulo, una extraña sensación la invade como si la presencia de ese sujeto la calmara. El olor del alumno que acompañaba al maestro era muy similar al de ella…

 

-¿Una aberración como yo?- Musita apenas en un susurro.

 

Con forme se acercan se ve que el más viejo es pequeño, arrugado con aparente fragilidad; el más joven es un tipo de cabello blanquecino y profundos ojos turquesa, de increíble musculatura. El sujeto joven se acerca a Gabriel la cual estaba con las rodillas flexionadas, el torso y espalda encorvados hacia delante, los nudillos apoyados en el piso y el rostro algo agachado, solo se elevaba la vista errática con un marcado tic en el ojo derecho… Parecía una bestia salvaje, pero ante la presencia de aquel joven sujeto su furia y voces mermaban. El sujeto anciano le dio órdenes al más joven que la llevara a una de las celdas para ver que harían con ella. Los monjes a pesar de que ella tomo la vida de uno de sus hermanos no la vieron como una amenaza.

 

Pasaron varios días confinada en aislamiento, los monjes suponían que era un chico mal de sus facultades mentales, pero uno de ellos sabía la verdad… ¡Vlad! El joven de ojos turquesa, el cazaba animales salvajes para alimentarse, le llevaba al claustro a Gabriel uno que otro conejo para que no muriera de hambre ya que los monjes le daban comida que ella obviamente no digería… Poco a poco fueron acercándose, al parecer el joven discípulo disfrutaba de la compañía afín a él y de la evidente belleza oculta bajo todos esos harapos, los monjes dejaron a cargo de Vlad a Gabriel, le dieron la tarea enseñarle como si de un niño se tratase.

 

Así pasaron algunos años, Vlad se volvió maestro de Gabriel… Cuando Vlad puso las cartas sobre la mesa a Gabriel descubrió que eran homónimos que eran como hermanos ya que ambos provenían de Kaín… Con Vlad aprendió a dominar distintos estilos de combate cuerpo a cuerpo, había algo en la personalidad de él que la calmaba como si estuviera sometida a su voluntad pero sin perder autonomía.

 

Siempre que entrenaban Vlad terminaba dándole palizas a Gabriel, concluían casi con su vida en cada encuentro, era una amistad muy extraña al parecer disfrutaban esos enfrentamientos. Pasaron mucho tiempo juntos vivieron muchas historias, recorrieron el mundo en increíbles aventuras… hasta que… Un día él se fue, dejándola como en un inicio sola y sin nadie que entendiera su naturaleza.

 

Todos esos recuerdos volcaron de una a la cabeza de Gabriel en su desfallecimiento en medio de la nieve solo atina a decir.

 

 

-No me vuelvas abandonar maldito bastardo…-

                                                                         

 

By Gabriel

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