Vistazo al pasado

Rhuddlan Penrryld

Condenado desde antes de su nacimiento por una maldición ancestral, es el decimonoveno descendiente de la estirpe de los Rhuddlan, a la corta edad de 4 años tuvo su primer encuentro con la muerte, en su agonía fue testigo de la lucha constante entre León y Gallaguer, finalmente León, selló en combate a su hermano un espíritu demoníaco, a sabiendas de que correría la misma suerte, ambos sellados dentro del pequeño, las secuelas no se dieron inmediatamente, se notaron  al paso del tiempo, presentó una mezcla de personalidad Maligna y una benigna que lo llevó a sufrir de esquizofrenia y a veces discusiones que entablaba consigo mismo.

 

Tras la desaparición de su madre, desafiaba constantemente la autoridad de su padre, a los 13 años decidió adoptar el legado materno viajando a Britania y fue investido con el título de duque en 1178 y nombrado conde en 1181 Fue un joven con una buena educación, desde temprana edad pareció tener habilidades políticas y militares destacadas y se volvió notorio por su valentía, disposición al combate aun cuando hubo serios cambios en la personalidad.

 

Cuando está bajo control y sosiega a las personalidades que habitan en él tiene un buen carácter, amable, leal y es uno de los caballeros más dedicados. A menudo resultaba ser capaz de resistir la parte oscura, pero sólo durante un periodo corto, aun siendo persona bondadosa sobresale una tendencia a la despreocupación, la temeridad y la precipitación.

 

Al mesclar su carácter con la parte negativa justificó los abusos cometidos en su papel como noble, hechos a fin de satisfacer su ansia de poder, como algo justo y legítimo, para lograr sus propósitos maquinaba planes sin escrúpulos, como matar a quien se interpusiese en su camino.

 

Físicamente es: alto, de piernas largas y fuertes, ojos claros y complexión atlética con cabellos rojizos. Se decía que era muy atractivo por herencia materna, aparentemente, tiene una estatura mayor a la del promedio.

 

Regreso a Italia librando duras campañas para controlar las rebeliones de los nobles en su propio territorio tras el deceso de su padre. Su sentido de responsabilidad se volvió cuestionable, al ser ligado con una malkavian que sería la detonante final de su don y maldición, al separar sus caminos en 1190 Penrryld juró renunciar a su pasado de debilidad para demostrar que era merecedor de tomar la cruz, retomando La Virtus (La Virtus o fuerza viril, es una convicción, una imagen de uno mismo en la que te acostumbras a creer ciegamente desde niño, la aprendes de tu padre que a su vez la ha aprendido del suyo, quien la posee sabe que ningún obstáculo es insuperable, ninguna prueba demasiado ardua, ningún sacrificio demasiado grande ni siquiera el de la propia vida, solo quien posee la virtus puede soportar el peso de la disciplina)

 

 

Reunió y quipo nuevamente un ejército de cruzada, gastó la mayor parte del tesoro de su padre, la última vez se le vio guiando sus tropas por Jerusalén donde no se supo más de él.

 

 

By Rhuddlan

 

 

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