CENA PARA UNO

Londres - Noviembre 1887

Tras correr entre los callejones siguiendo el eco de la voz, Gabriel cae de bruces sobre un bulto que gime al choque, ella se incorpora rápidamente y al enfocar la vista se da cuenta que es un vagabundo, entorna los ojos complacida.

 

-Después de todo hoy habrá diversión- Se coloca en cunclillas y examina el cuerpo empujándolo con su bastón -¡Eh tú! Despierta…-

 

El indigente se arremolina perezosamente sacudiéndose la nieve, es un hombre que bajo de esa mugre esconde unos ojos verde aceituna, facciones duras y curtidas por el frio, andrajoso pero joven no superaba los treinta años.

 

-¿Tienes hambre?- Susurra cálidamente Gabriel.

 

-No solo hambre sino mucho frio- Dice el hombre entrecortadamente.

 

Gabriel se incorpora y extiende la mano al desconocido.

 

-Vamos, te llevaré a un lugar mejor- El inexpresivo semblante de Gabriel parece iluminarlo una amigable sonrisa que luce extraña cuando la cicatriz tira de su mejilla.

 

-¿En verdad?- El hombre ve desconfiado el guante blanco frente a él, duda unos instantes, después de varios segundos estrecha la mano que considera amiga -¡Vayamos!-

 

-Busquemos una posada, debe haber alguna cerca- Gabriel camina sin hacer ruido, como si fuera un fantasma, se desliza sobre las calles a lado de su reciente acompañante.

 

Ambos recorren las callejuelas y llegan a una pequeña posada lejos del centro, a las orillas de Whitelchapel, al abrir la puerta rechina y da paso a una estancia con un sofá mugriento y gastado, al encuentro sale una mujer anciana que tiene dificultades al caminar, sus ojos azules carecen de color. son opacados por las cataratas.

 

-Bienvenidos…- Dice la anciana mientras se frota los nudillos.

 

-Un cuarto con baño y una cena para mi amigo- Interrumpe Gabriel dando pequeños golpecitos en la espalda del vagabundo.

 

-Por aquí- La anciana se encamina tropezando con las cosas que hay a su paso, les guía por el pasillo hasta llegar a una habitación –En seguida le traen la comida-

 

En cuanto entran Gabriel recorre con la vista el lugar y señala a la tina.

 

-Date una ducha, no me gustan los hombres sucios- Se quita el sombrero y su cabellera cae sobre sus hombros.

 

-¿E…e…eres mujer?- El indigente no oculta su asombro.

 

Las finas facciones del rostro de Gabriel son iluminadas furtivamente por las velas, la  luz le dan un toque enigmático a su extraña belleza.

 

-Vamos, a la ducha, no tengo toda la noche- Ordena mordazmente la andrógina chica.

 

El indigente se alista y se sumerge en la tina.

 

Gabriel se acomoda en una silla frente a él, observa cada ápice de esa tibia piel y aspira el olor a jabón en el vapor del agua.

 

-¿Cómo te llamas?- Gabriel se despoja de sus guantes y la capa.

 

-Gautier ¿Y usted?- Él frota vigorosamente la piel sacando la mugre.

 

-Gabriel…-

 

-Es una buena persona señorita Gabriel, nadie en este decadente mundo ayuda a nadie, todos ven solo por si mismos…- Gautier acapara la charla hasta que tocan la puerta.

 

-¡La comida! La dejare acá afuera- Dice la voz al exterior de la puerta y se aleja.

 

Cuando Gabriel sale por la charola no había nadie en el pasillo, un tazón rebosa de sopa con repollo y un par de cubiertos, lo coloca sobre el tocador a lado de la cama y vuelve a su silla, apoya sus codos en las rodillas y el mentón sobre sus manos entrelazadas.

 

Gautier sale desnudo de la tina, dejando un rastro de agua tras de él, el cuerpo limpio es hermoso, delgado, fuerte y moreno, el cabello rizado largo le llega al mentón, lo complementa una actitud amable y desenfadada.

 

-Necesitaba ese baño- Ríe feliz.

 

Los grises ojos de Gabriel escudriñan cada centímetro de la piel, le observa sin recato, con un deseo perverso y retorcido.

 

El hombre come con avidez, habla sin cesar de cosas triviales dejando ver bocados de alimento cada que se expresa.

 

Gabriel se quita el saco y enrolla las mangas de su camisa y con calma desabotona el cuello hasta donde nacen sus senos.

 

-¿Estas feliz Gautier?-

 

-Sí, tenía mucho que no tenía una comida decente- Voltea y ve el pecho pálido de Gabriel -¿Te gustan los hombres sin hogar?-

 

-No tengo predilección por alguien en especial, solo que me diviertan un rato- Escudriña la desnudes de Gautier, para una persona común esa mirada podría ser interpretada como deseo, pero si viene de Gabriel es el inicio del fin.

 

-Yo puedo divertirte todo lo que necesites- Camina hacia ella con paso confiado creyéndose todo un Don Juan.

 

-Oh, sí, si que lo harás Gautier- Le acaricia el contorno de la cara delicadamente.

 

Están de pie uno frente al otro tan cerca que el cuerpo aún mojado de Gautier humedece ligeramente la ropa de Gabriel, él se aproxima para besar los pálidos labios femeninos, ella lo detiene sujetando firmemente por la mandíbula y clava la mirada en Gautier.

 

-¿Ya viste lo que comiste?- Gabriel voltea el rostro de Gautier, la naturaleza de su linaje Malkavian tiene la habilidad de poder provocar a voluntad alucinaciones en las personas, y aunque estas dependen del contacto y la agudeza que ella desee, provocarlas con un leve toque a Gautier es relativamente fácil, de un momento a otro el efecto se produce en la mente del vagabundo.

 

El rostro de Gautier se deforma por el asco, su mente cree que lo que comió son insectos, la charola está colmada de larvas blancas que se retuercen y reptan por salir, da dos pasos atrás y con ambas manos se sacude, alucina que los gusanos salen de su boca, al inicio solo son unos cuantos, cae arrodillado se apoya con ambas manos en el piso, su estómago se contrae en movimientos convulsionados su espalda se arquea y vomita, sus ojos se crispan al ver que lo que sale de él es un puñado de insectos, intenta incorporarse y correr, resbala y cae antes de alcanzar la puerta.

 

-¡¿Qué está pasando?!- Grita mientras ve como las alimañas le cubren el cuerpo, tiembla de terror, con las manos trata de quitar las cucarachas imaginarias que hacen ruidos grotescos cuando muerden la piel y se introducen, puede sentir como caminan entre sus músculos y las patas de los animales le pululan haciendo bultos, rompen la piel y salen para repetir el proceso.

Gabriel, de pie contempla como el sujeto se riza convulsionado, una risita traviesa se convierte en una carcajada burlona y gutural.

 

-Eres un pobre imbécil- Susurra Gabriel al  oído del infeliz.

 

-A…a…ayúdame- Gautier alarga la mano tratando de alcanzar a Gabriel.

 

Ella se hace un poco de lado para qué él no la toque.

 

-Claro que te voy ayudar, la última vez, una zorra que no soportó nada, espero que tu no me decepciones, comenzaremos a sacar esos bichitos que están en tu piel ¿No lo crees? Pero debes ser muy silencioso, la anciana no debe oírnos- Con el cuchillo hace una señal sobre sus labios –Tendría que deshacerme de ella y no me gustan los viejos, la piel es muy dura-

 

Gautier no alcanza a comprender como esa mujer es capaz de decir tales cosas, su mente esta confundida y asiente en un movimiento de cabeza.

 

-Sabes, realmente no confió en que no gritaras por ayuda- Se monta sobre el hombre inmovilizándolo, coloca el cuchillo en las comisuras de la boca de Gautier y hace un corte empujando el filo hacia abajo, la sangre brota de las mejillas que se cortan como mantequilla.

 

El hombre se retuerce de dolor, ansía aullar pero la viscosa sangre le ahoga impidiéndoselo, tose para despejar sus vías respiratorias el sufrimiento que lo invade hace que se estremezca, su rostro se trastorna en muecas horrendas.

 

-Ya, ya, no exageres…- Gabriel se expresa con desdén sin dejar de mutilar.

 

Los colgajos de piel dejan ver las encías y los dientes llenos de sangre, burbujas espesas se hinchan y revientan constantemente.

 

Gabriel coge la lengua de su víctima con los dedos índice y pulgar, comienza debajo del musculo, corta el frenillo fácilmente y cuando el cuchillo se atora empuja más fuerte, lo aprisiona para que no se mueva y arranca el trozo sanguinolento. Gautier casi colapsa por la tortura, palpita de consternación.

 

-Ahora sí- Le muestra la lengua amputada a Gautier y la chupa, la saborea quitándole la sangre que la empapa para después guardarla. Se sienta sobre la pelvis de su presa y se regodea contemplando el dorso desnudo y manchado de sangre –Comencemos-

 

El olor a muerte se respira en la habitación, el silencio es cortado por gemidos de dolor de Gautier que es incapaz de gritar, Gabriel comienza a despellejar la piel dejando los músculos al rojo vivo, hilos de sangre se acumulan en un charco alrededor del cuerpo trémulo y henchido de sufrimiento.

 

Gautier desfallece y vuelve a la conciencia para percatarse que no se trata de una pesadilla.

 

El cuchillo se hunde en los músculos cercenando donde se unen y rasga los tendones, Gabriel analiza con curiosidad como se contraen ente los estímulos punzantes, momentos después se posiciona en el abdomen, su zona favorita para destazar, se arrodilla frente a la masa ensangrentada que es Gautier y le ve muy tiernamente.

 

-Has sido un excelente paciente- Se inclina al rostro desfigurado y besa con pasión la boca deforme, con los dientes arranca uno de los jirones, lo mastica y hace una expresión como si degustara el mejor filete de la región, su pálido rostro queda teñido de carmín.

 

La punta filosa desaparece en el esternón en un crujido al quebrar los huesos, con dificultad jala hacia el ombligo para hacer un corte entre las costillas, mete las manos en el hueco y con ferocidad expande la cavidad, el sonido que hace es impresionante, el hombre se sacude, la respiración casi desaparece y se vuelve acelerar, el corazón es visible, late apresuradamente.

 

Gabriel queda en calma unos instantes contemplando como la maquina perfecta funciona, ladea la cabeza y se acerca para observar mejor como el órgano vital reacciona, pincha el ventrículo derecho y este revienta en un chorro de sangre que la baña.

 

Los ojos de Gautier se abren tanto que parece que se le saldrán de las cuencas, su cuerpo se tensa unos segundos y después se relaja quedando totalmente inmóvil con la vista vacía y perdida en la nada.

 

-Que aburrido y decepcionante, creo que nunca podré entender como funciona el cuerpo humano- Se pone de pie, se siente frustrada y estalla en cólera, golpea sádicamente el cadáver de Gautier, muele a golpes la cara y cráneo pisándolo una y otra vez -¡Eres un insecto!¡Dijiste que me divertirías!-

 

Afuera atraída por los gritos la anciana entra sin tocar, aunque no tiene buena vista se da cuenta del asesinato.

 

Gabriel ve a la anciana y corre hacia ella estrellándola contra la pared.

 

-Vieja decrepita ¿Nunca te enseñaron modales?- La toma por el cuello y la arroja por el pasillo, está emborrachada de ira.

 

La viejecita al caer se fractura los desgastados huesos de las muñecas.

 

Rápidamente Gabriel llega a lado de la mujer, la toma por el cabello y golpea reiteradamente el rostro contra el piso dejando los sesos desparramados.

 

Gabriel relaja sus músculos y se acicala la cabellera manchada de sangre, limpia con el antebrazo su cara embarrándose más la sangre, vuelve al cuarto donde está el primer despojo humano, recoge sus cosas y sale, la calle está sólida, las sombras son cómplices de sus crímenes, huye por los las frías avenidas alejándose de su travesura.

 

 

 

By Gabriel

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