VENENO

Londres - Noviembre 1887

  

Todo Londres está cubierto por una ligera ventisca, los techos de las casas muestran un blanco manto de nieve, las calles lucen solidas después de la verbena en el centro, cerca de la Catedral de Londres, la calle está solida, ocasionalmente se ven sombras furtivas que salen de los callejones y caminan de prisa directo a sus casas.

 

Gabriel sale dejando atrás la casa de su protectora, se acomoda la capa de un tirón por el cuello y se encorva un poco como si tuviera frío, sus pasos son firmes y calmados, al caminar sobre la nieve sus pies no dejan huella alguna, las intermitentes lámparas de aceite que alumbran su camino provocan un halo lúgubre en el rostro de la vampiro, la sangre del niño le da un increíble sosiego.

 

En su mente repasa la charla con su madre adoptiva y no puede evitar que se le escape un susurro.

 

-Debo liberar a Gallaguer, será un acto de buena voluntad- Va inmersa en sus pensamientos cuando una voz la sobresalta.

 

-Gabriel, Gabriel ¿Por qué dejas que envenenen tu mente con palabras tan vanas? ¿Qué tus ojos no reconocen a quien tienes enfrente? ¿Acaso no soy yo quien te sacó de esa mísera vida hace muchas vidas atrás?-

 

La mirada vacía y taciturna de Gabriel recorre los alrededores.

 

-¿Te conozco acaso?- Da un paso atrás y busca entre su ropa un revólver, lo acaricia con la yema de sus dedos al sentir la cacha.

 

En las sombras una figura masculina que dista mucho de ser humana habla y con toda tranquilidad extiende los brazos mostrando que no posee arma alguna, se mantiene albergado en las tinieblas.

 

-Te han dicho que soy una criatura de rencor y maldad pero… ¿Dime, realmente lo soy?-

 

-¿Acaso eres...?- Frunce la frente pensativa y el olor fétido azufrado embarga el lugar, satura su olfato y cubre la nariz con el antebrazo.

 

Sin más la silueta deja desmayar sus brazos sin temor que la descuidada acción rompa la efímera paz entre ambos.

 

-Soy el eco de un grito oculto detrás de tus caprichos, enterrado en un ensueño cubierto por tus malos pensamientos pero encontrarme requiere de poca lectura y mejor puntualidad- La voz del ente retumba proviniendo de todas partes.

 

Los pensamientos de Gabriel se agolpan vertiginosamente, no la dejan pensar, las palabras de ese sujeto le remueve hasta la medula, mira de reojo por el hombro como si alguien le hablara, deja caer su cabeza a un lado como la de una muñeca desmadejada, un tic nervioso tira de su mejilla ensanchando su macabra sonrisa.

 

-Vamos ¿Eres mi conciencia? Sabes tan bien como yo que todo lo que hago es necesario, para bien o para mal-

 

Una carcajada estalla con resonancia por todos los rincones de aquel lúgubre lugar para después proseguir con la sosegada charla.

 

-¿Tu conciencia? para mi fortuna no lo soy pero sí, si soy parte de un plan que solo nos incumbe a nosotros-

 

La sonrisa que tiene Gabriel solo se ensancha y sus colmillos destellan.

 

-¿Cuál es ese plan? Dímelo conciencia, habla conmigo, se guardar secretos-

 

Camina de un lado a otro sin hacer ni un solo ruido sobre la nieve y los charcos de orín solidificados.

 

-¿Por qué dejas que te controlen? Jamás rendiste pleitesía a nadie pero ahora pareces la mascota favorita de esa mujer ¿Acaso no fuiste tú quién le entrego un gran pedazo de tierra, esclavos y riquezas en un parpadeo?- El sujeto en las sombras mueve la cabeza en una negación -Ahora me decepcionas, veo que te conformas con las migajas que caen de la mesa de esa endeble mujer-

 

Los ojos de Gabriel bailan en sus cuencas de forma circular, en el fondo sabe que esa voz tiene razón, sin embargo no lo admitirá.

 

-¿Tú qué sabes de eso? Eres solo parte de mi fragmentada memoria, no sabes quien soy, no me conoces. Da la cara y te demostrare el bello títere que puedo ser-

 

-Soy igual o más añejo que tú, de ti conozco hasta el más malicioso pensamiento que puedas engendrar, soy en quien no debes confiar ya que mi lengua es el yunque donde se forjan las mejores mentiras, soy el que te dirá cosas que debes saber- La voz se pierde entre los ruidos de la noche al igual que la imagen de aquel ser obscuro.

 

-Sé quien eres, sé de donde vienes y al igual que tu sé como terminar contigo, solo que sin ti esto no sería divertido ¿Qué sería la eternidad sin la diversión?- Corre tras los ecos de esa voz que se esfuma en la noche, dobla en la esquina de un callejón, por la velocidad que lleva y lo ensimismada que va no se percata de un bulto cubierto de nieve y cae aparatosamente.

 

 

By Rhudd & Gabriel

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