La invitación ansiada

La noche casi sucumbe al día, la penumbra del cuarto donde Gabriel está es tenuemente rota por  la luz furtiva de un candelabro colocado al centro de la habitación, la mujer esta tendida sobre la cama, con la vista fija en el techo y los dedos entrelazados sobre su frío pecho, repasa mentalmente lo sucedido con Gallaguer, sus grises pupilas se mueven hiperactivas de un lado a otro, hurga en su memoria:

 

-Debo sacar a Gallaguer de mi mente, lo pasado, pasado está- Sus labios apenas se mueven susurrando el nombre de él una y otra vez de forma obsesiva

Anthuan el mayordomo toca la puerta y anuncia:

 

-Señora, en la mañana trajeron este sobre para usted. También le recuerdo que el señor Vladimir está en la habitación del fondo-

 

-Bien, deslízala la carta bajo la puerta y déjame descansar-

 

Exhala profundo e intentando sacar esa extraña sensación que le produce Gallaguer,  se incorpora de su lecho y cubre su piel desnuda con una bata de seda la cual tiene estampados japoneses, la ata por la cintura y la tela de la prenda cae a lo largo de sus piernas apenas rozando el suelo. Sus pies descalzos parecen flotar mientras camina al lugar donde el mayordomo ha  dejado el documento, al recoger la carta se nota el fino sello de la familia real en el frente:

 

-Vaya, la monarquía sabe que estoy en su territorio- Sonríe y rompe el sello de cera para proseguir a leer.

 

15 de Noviembre de 1887

Mi muy estimada señorita Gabriel, se le hace la atenta invitación a que nos acompañe a la gala anual de máscaras, estarán presentes los más distinguidos aristócratas, sabemos que usted procede de una garbosa familia de inversionistas en pro de la industrialización.

La recepción se llevará a cabo el día 30 del presente mes del año en curso, en el castillo de Windsor a las 8 de la noche.

Esperamos nos confirme su asistencia, la invitación incluye un pase doble para que lleve un acompañante.

Sin más por el momento de despido de usted y dándole los más cordiales saludos de su alteza serenísima Victoria.

 

 

-Hmmm  que invitación tan más oportuna- Juega dando pequeños golpes sobre sus labios con el papel mientras sonríe.

 

Aún con la misiva en sus manos se dirige a donde guarda algunas cosas de su pasado,  es un cuarto escondido,  la entrada esta disimulada por un espejo con ornamenta dorada y en el centro superior del marco hay un ángel con las alas extendidas, Gabriel presiona con los dedos medio e índice los ojos del ángel y el espejo asciende dejando al descubierto el cuarto, la pálida luz de las velas se cuela al interior,  dentro hay un sinnúmero de frascos llenos de un raro líquido que un alquimista árabe le dio a Gabriel para preservar la carne y tejidos humanos, los frascos son de distintos tamaños, están apilados en estantes que cubren de pared a pared, los pomos contienen: Dedos, tripas, manos, la piel del rostro de una mujer y muchas otras cosas más. En medio de la bóveda secreta esta un baúl de cedro sobre un pedestal, el baúl está cerrado por un pesado candado que se abre por una serie de combinación de símbolos. Gabriel abre el cofre que contiene recuerdos que ha coleccionado por más de quinientos años, entre ellos tiene el medallón, una capa roja  y el kimono que Vlad le presto hace tiempo atrás en Japón; coge el kimono y murmura:

 

-Es hora de que vuelvas a las manos de tu dueño-  Sale del lugar cerrando el pasadizo.

 

Gabriel no tiene distinción por nadie y entra a cualquier lado sin previo aviso o invitación es una mala maña que regularmente le trae problemas. Se dispone a llevarle el kimono a Vlad dirigiéndose a donde él está, en el trayecto del pasillo a esa habitación Gabriel masculla:

 

-Sé que a él le fascina el roce con el ganado, no creo que se resista a ir donde hay una gran cantidad de arte, música y mujeres bellas. Así se pondrá en marcha lo que vine hacer acá-

 

Cuando esta frente a la puerta de su sensei, gira la perilla abriendo la puerta, sus ojos se entrecierran y sus labios hacen esa mueca fruncida en forma de sonrisa:

 

 

-Bienvenido maldito bastardo- Exclama al ver la silueta de Vlad.

 

 

By Gabriel

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