Origen

Londres - Noviembre 1887

 

Las tres figuras vampíricas son abruptamente interrumpidas  por la mole de azufre y músculos de nombre Gallaguer, entra estrepitosamente rompiendo el ventanal donde Gabriel esta recargada, la fuerza con la que es golpeada la proyecta al centro del salón, justo a  unos metros de Vladimir que tiene las cuencas sangrantes y Bianca, la dueña de la mansión.

Gallaguer exclama furibundo.

 

-Tiembla, arrodíllate ¡Haz reverencia en honor a tu verdadero amo! ¡¡¡Perra!!!- La figura de Gallaguer se yergue ensombrecida por el entorno.

 

Gabriel no se percata que pasa,  se incorpora aturdida, en sus pies descalzos se incrustan ligeramente  fragmentos de cristal.

-Esa voz es...- La desconcertada chica  reconoce incrédula al invasor.

 

Sus ojos se mueven erráticos por primera vez en días, su estómago da un vuelco, trata de disimular el miedo que le carcome.

 

-Vaya, un invitado especial a la fiesta... - Lleva su mano al cabello y saca un estilete que usa para sujetar el peinado, lo empuña con fuerza entre sus dedos -Bienvenido cariño, el día que llegamos te marchaste sin decir adiós a tu nena adorada, cuando fui a verte a tu casa, me intentaste quemar. Cuanto amor, sé que soy muy especial para ti, que no soportas tenerme lejos… Chicos les presento a Gallaguer, mi pasado, mi presente, mi futuro y el causante de mis desgracias, por él soy esto.

 

Gabriel fija sus pupilas nerviosas en los agujeros que tiene Gallaguer por ojos y se pierde en el recuerdo de un muy lejano pasado.

 

La evocación de Gabriel se remonta a más de un siglo antes de Cristo en una pequeña provincia de Galia, cuando ella contaba con diecisiete años de edad y humana, era una jovencita delgada y piel blanca, con ropa raída y golpes en el cuerpo, la mirada triste por la reciente muerte de su madre. Vagaba por una senda cuando casi fue atropellada por un líder romano y su cuadrilla, el caballo relinchó y reparó en sus dos patas traseras detenciendo la envestida sobre ella, el hombre masculla fastidiado.

 

-¡Pero niña!- Gritó irritado -¿Qué haces en medio del camino?- Sin pedir esperar respuesta u opinión la tomó del brazo con habilidad, izándola sobre el caballo -Lo lamento pero creo que debes acompañarme- Le susurró al mismo tiempo que vio el maltrato en el cuerpo de ella -¿Quién te ha lastimado de tal manera?-  Movió la cabeza indignado -Creo que cualquier lado estarás mejor-

 

La cuadrilla iba en dirección a Roma con un extraño cargamento, resguardado por los soldados élite que acompañaban a ese sujeto de ojos azules y cabellera rojiza, quienes los subordinados llamaban general Gallaguer.

 

El viaje transcurrió en aparente calma, paraban para descansar y reabastecerse de víveres en los poblados cercanos, una ocasión el respiro se prolongó por dos años. Gabriel no sabía porque siempre había un hermético silencio alrededor de la caja que transportaban, solo sabía que Gallaguer se encerraba por horas en su tienda con ese extraño cargamento.

 

En ese tiempo conoció a León el hermano gemelo de Gallaguer, un sujeto amable y con una bella esposa, fina y educada, notablemente se veía que era hija de algún filosofo eso se percibía por la forma en que ella hablaba.

 

Gabriel era una esclava más en ese lugar, pero era mucho mejor que estar con su padrastro, cuando ella estaba en sus descansos le gustaba observar como León entrenaba a los reclutas,  hasta que un día él la invito a entrenar, ella demostró ser diestra con la espada además de que tenía un espíritu inquebrantable, se volvió la mejor discípula de León.

 

Gallaguer observaba a distancia el desempeño de Gabriel y fue acercándose a ella, con el tiempo la hizo su esposa y a los pocos meses Gabriel quedó preñada.

 

Gallaguer continuaba con la obsesión de esa caja a pesar de que demostraba interés en ella y en su embarazo, una ocasión cuando él salió por la noche del lecho conyugal, Gabriel lo siguió a la tienda donde estaba esa caja, curiosa fisgoneaba por la abertura de la cortina de la entrada, vio como en la penumbra un par de centellantes ojos la descubrieron, sintió como si su corazón le fuera estrujado y se ocultó de “Eso” que la impactó tanto, su corazón estaba desbocado y aún así volvió a asomarse al interior de la tienda vio a Gallaguer de pie frente a esa cosa, el temor fue mayor y decidió irse.

 

Cuando cumplió los nueve meses de embarazo dio a luz un sano varón, digno heredero de la sangre guerrera de su padre.

 

Siempre que pasaba por el lugar que albergaba a la bestia, cruzaba rápido y sin detenerse, el miedo que sentía la alertaba de no acercarse, pero esa ocasión sería diferente, eran las diez de la noche, volvía a su tienda después de ir por agua al rio, escucho el llanto de su bebe, esté provenía de la prisión de la abominación, se quedó helada al pensar que su hijo corría peligro, soltó las cubetas que se estrellaron en el piso derramando el agua y corrió al interior buscando a su chiquillo, el aparente llanto salía de la caja que estaba cerrada por un fuerte cerrojo, tomo una espada e hizo palanca por varios minutos hasta que esta cedió, no terminaba de forzar el candado cuando junto con la puerta de madera de la caja fue violentamente empujada sacándola de la tienda, la bestia gruñó, todo pasó en cuestión de segundos, el caos reinó por todos lados con los guardias corriendo para capturar nuevamente al animal de colmillos punzantes que se había escapado, Gabriel como pudo se puso en pie y fue en busca de su crío, lo tomo en brazos y huyó con él al bosque buscando poner a salvo al bebe, podía sentir como la voz de la bestia resonaba en su mente.

 

-¡Tomare lo que más ama este maldito romano y lo destruiré!- Repetía incesante la voz en su cabeza.

 

Gabriel corrió despavorida intentando salvaguardar a su hijo, se pierde en bosque y esa voz en su cabeza parece estar más cerca, como si supiera donde estaba ella, en su desesperación puso al bebe a los pies de un abeto, le dio un amoroso beso y se alejó atrayendo a la bestia que le pisaba los talones, Gabriel corría jadeante, el terror la violentaba, su respiración era jadeante, su cabeza giraba como la de una marioneta buscando a su verdugo, no veía a nadie a ras de piso, pero tenía la sensación de que la seguía, de pronto una sombra cayó de las copas de los arboles derribándola, alcanzó a ver con el rabillo del ojo como esas fauces feroces le mordían el cuello, su corazón en un inicio estaba impetuoso, poco a poco se fue apagando hasta casi desaparecer, sus ojos desorbitados se cerraron y se sumió en un apacible sueño, después sintió un espeso y viscoso liquido era vertido en su boca, la voz de la bestia le hablaba nuevamente en su cabeza.

 

-Ahora no perteneces más a los humanos, eres mi chiquilla ahora y me defenderás de todos y contra todos sin importar quienes sean tus rivales, llevaras mi sangre en tus venas- La bestia continúo derramando el mercurio rojo en la boca de Gabriel.

 

Gabriel comenzó a convulsionarse, su cuerpo se estremecía ante el cambio, sus sentidos se agudizaron, podía escuchar como los soldados gritaban en el campamento,  escuchó el latir del corazón de su bebe bajo el abeto, el olor a sangre descompuesta de la bestia que estaba inclinado frente a ella; la confusión era tal que se arrastró asustada, la pisca de humanidad que aún había en ella estaba a punto de perderse, sus pupilas dilatadas se fijaron en la bestia que le tendió la mano para ayudarla a levantarse.

 

La bestia al tocarla no aparto los ojos de los de Gabriel hizo uso de sus habilidades vampíricas y fue como si algo se hubiera roto dentro de la mente de la joven, gran parte de sus memorias, recuerdos, amores y apegos fueron arrebatados esa noche, la cordura la abandono volviéndola un cascaron insensible, se puso de pie como una autómata, seguía de cerca a su verdugo cuando la tropa de Gallaguer apareció.

 

La bestia se rio burlonamente y exclamó.

 

-¡¿Vez?! Tu mujer ahora me pertenece, es mucho más lista y ambiciosa que tú, entregó su alma por la inmortalidad- La bestia mentía hábilmente y dio una orden a Gabriel -¡¡¡Ataca!!!-

 

Gabriel parecía un fantasma, pálida, en el cabello aún llevaba el tocado que Gallaguer le dio el día de su boda, su cuerpo apenas cubierto por una toga blanca manchada con su propia sangre, al escuchar la orden de su “Padre” no dudo en obedecer era una juguete que se movía al antojo del titiritero, ella se abalanzó sobre los soldados y Gallaguer, era mucho más habilidosa y rápida que cualquier humano a pesar de ser una neonata, los soldados no eran rivales para ella, fuero partidos en dos con gran facilidad, tomó una espada y lucho cuerpo a cuerpo con Gallaguer para beneplácito de su “Padre”.

 

-Hazlo sufrir pequeña- La bestia resonaba en la mente de Gabriel.

 

Gabriel danzó en ese macabro baile con Gallaguer y en un descuido él cerceno la mejilla de ella quitando un tajo de piel, los músculos y sus dientes quedaron expuestos, la sangre comenzó a brotar y el hueso de la mandíbula se perdió en la espesa miel carmesí,  Gabriel no se inmutó ante el dolor y arremetió con fiereza causando cortes en piernas y brazos de Gallaguer cuando estaba a punto de darle el golpe fatal el pelotón de León llego avasallando con flechas a Gabriel y la bestia, ambos huyeron perdiéndose en el bosque.

 

 

Gabriel vuelve súbitamente del recuerdo, fue como un parpadeo, sacude su cabeza, la inunda un fuerte dolor, es como si un caballo desbocado cabalgara dentro de su cráneo, repentinamente todo parece más claro y brillante, de sus manos cae el estilete, su mente esta confundida, su mirada por un instante se torna en la de aquella chiquilla de Galia, se ve un atisbo de humanidad.

 

 

By Gabriel.

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