En paz

Londres - Noviembre 1887

 

El clima de Londres es frío la neblina cubre las casonas, en la isla de los perros no es diferente el ambiente, el rio que rodea el refugio yace inerte por el hielo, los sirvientes del refugio van de un lado a otro preparando las cosas para cuando su señora llegue.

 

Cerca del amanecer, el horizonte se tiñe de naranja la puerta principal se abre, la delgada silueta de Gabriel aparece, desaliñada, con manchas de sangre en la ropa y manos, camina sin prisa, con un rostro apacible.

 

En la terraza, Kami su guerrera, la recibe y recoge la ropa que su señora se va quitando.

 

-Ya está aquí  Anthuan, venía un poco mal pero ya he curado sus heridas, él está en excelente forma y el señor Vladimir salió hace horas- Kami sigue de cerca a Gabriel,  lleva la mirada baja y da pasos cortos.

 

-Prepárame el baño y dile Anthuan que necesito verlo, en cuanto acabes quiero que vayas a casa de Bianca, necesito que la resguardes y que le recuerdes lo del baile de máscaras, el evento se aproxima… Debemos codearnos con esos mediocres aristócratas- Cuando Gabriel termina de dar órdenes esta frente su habitación sin ropa que le cubra su pálido cuerpo, hace un ademán despectivo con la mano -Ahora vete, me avisas cuando esté lista la ducha-

 

Kami hace una reverencia y se retira con la ropa sucia sin decir una palabra.

 

Gabriel se tiende en el futón con la mirada perdida en el techo, pasa su lengua por sus labios oscurecidos de carmín y emite algo muy parecido a un suspiro.

 

-Sí que ha sido divertido, ese vagabundo tenía buen sabor pese a lo fétido de su hedor, ¿Por qué tenía que llegar esa estúpida vieja? –Frunce los labios al recordar el cuerpo decrepito.

Instantes después el mayordomo Anthuan entra a la habitación de Gabriel, camina hasta donde ella esta y se sienta a su lado.

 

-Mi querida niña, la eché de menos. Fueron unos días agónicos sin su presencia…- Los ojos cansados de Anthuan se iluminan al contemplar la desnudes sosegada de la chica.

 

-No seas ridículo Anthuan, no estamos para boberías. Solo cumple con tu trabajo y tendrás mi vitae para que te recuperes más rápido, en las condiciones tan deprimentes que te encuentras no me sirves en absoluto- Gabriel se incorpora y queda sentada frente a su siervo, le acaricia la mejilla con los nudillos, casi puede tomarse como una muestra de afecto, los ojos de la demente recorren las profundas arrugas del rostro del hombre –Que viejo te has vuelto ¿Dónde se fue la belleza que poseías?

 

Él se encoje de hombros y sujeta entre sus manos callosas la pequeña mano que le estremece, sus labios delgados besan los dedos femeninos con dulzura.

 

Gabriel ladea su cabeza para observar mejor al viejo, toma una pequeña daga que está a lado de su cama, mantiene contacto físico con su servil amigo, coloca el puñal en la manos huesuda de Anthuan forzando a cerrarla alrededor de la empuñadura.

 

-Ya sabes que hacer…-  La mujer expone su antebrazo.

 

Con delicadeza Anthuan corta superficialmente la piel de la muñeca de su amada, instantáneamente el líquido viscoso y rojo sale de la herida, él pega los labios para beber y traga ávidamente, cierra sus ojos dejándose llevar por las sensaciones que le invaden al consumir ese néctar, las mejorías en su decadente cuerpo son notorias, su postura recobra vitalidad, las arrugas se suavizan, sus ojos cobran un extraño brillo después de un breve instante se aparta.

 

Gabriel se pone de pie abandonando atrás a su lacayo,  a su encuentro llega Kami.

 

-Su baño está listo- Sin esperar una respuesta guía a la vampiro.

 

La habitación consta de una posa al centro colmada de agua tibia, despide vapor, solo es iluminada tenuemente por un candelabro, a la entrada hay un megáfono que toca a Sebastián Bach, la melodía “Air”, la música resuena por el pequeño refugio.

 

La joven desquiciada mueve su mano al ritmo de las notas mientras se sumerge en el agua, puede sentir la emoción de esos acordes en su pecho, se recuesta extasiada, el olor a esencias orientales inunda el baño, por un segundo olvida su trastornada  realidad, a su mente llegan esos momentos de su adolescencia cuando su camino se cruzó con Gallaguer, en aquel momento ambos eran jóvenes e inocentes…

 

 

By Gabriel

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