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Fragmento del periódico The Times:

 

“¡Horror en Whitechapel!

 

Hoy a primeras horas del día en una casa modesta de Whitechapel fue hallado el cuerpo mutilado de una joven, identificada simplemente como Hope.

 

Según las versión de las dos chiquillas que encontraron el cadáver, describen que todo aquello era una locura que se desato tras cruzar la calle, con la finalidad de sacar del jardín de su vecina a un pequeño cachorro, pero un extraño hedor orillo a husmear por la ventana a una de las pequeñas,  lo que vio la dejo estupefacta, la niña mayor comenta que inmediata e instintivamente empujo a su hermana  menor, le impidió ver el horror que ahí dentro se había gestado, por su parte la niña menor cuenta que vio como rodaron lagrimas por las mejillas de su hermana al mismo tiempo que comenzó a temblar y a palidecer asustada, al ver que su hermana no reaccionaba salió corriendo en busca de ayuda dejando atrás a su hermana...”

 

 

Es un nuevo día, cerca de las diez y media de la mañana, Rhuddlan camina por Whitechapel en dirección a un pequeño café, el establecimiento es modesto, con mesitas redondas colocadas  muy cerca de los amplios ventanales que dejan ver al exterior, desde ahí se contempla una pintoresca vista de la antigua librería, una barra con bancos en frente, el lugar es atendido por el dueño un viejo robusto  y un joven mesero.

 

Poco antes de llegar a su destino advierte que la gente está intranquila, se les ve con el rostro desencajado, indignados, incluso se percibe el temor en su mirada. Rhuddlan al llegar al café se acomoda en una de las mesas, lleva la firme convicción de persuadir a los dueños de la biblioteca de no vender su propiedad a Bianca Mayfair, según el plan trazado con ayuda de Craig el día anterior, pide una taza de té, el tiempo trascurre, alrededor de quince minutos, Rhuddlan tamborilea los dedos de la mano derecha sobre la mesa un tanto impaciente, al no ver la hora en que abran la biblioteca, mientras tanto el mesero advierte que ha tomado el ultimo sorbo de la taza.

 

-Disculpe Señor ¿Puedo ofrecerle algo más?- Dice el empleado en tono afable.

 

-Sí, de hecho ¿Puedes decirme a qué hora abre regularmente la biblioteca?-

 

-Me temo que están por quebrar y últimamente no tienen un horario, pudiera ser que tarden cinco o diez minutos o quizá pierda el día esperando a que abran, señor- El mesero sonríe con ironía.

 

-Descuida hoy no tengo pendiente alguno puedo esperar un poco mas- Rhuddlan suspira al escuchar las palabras de aquel muchacho, toma lo que el chico dice como una noticia vieja, ya que está al tanto de la precaria situación de los dueños.

 

El mesero mira sorprendido a Rhuddlan al notar tanta tranquilidad en sus palabras e intenta disuadirlo.

 

-Pues acaso no sabe que ha ocurrido, otro asesinato. Por los alrededores se rumorean que esa bestia se llevó los ojos de una joven, al menos ya le dije a mi jefe que solo trabajare medio día, está loco si piensa que voy a andar por las calles al caer la noche, espero maten pronto ese animal, sería lo mejor, alguien que hace un acto tan atroz no puede ser llamado humano-

Rhuddlan apenas pone atención al muchacho, su mente está en otra parte, ahora entiende el porque la gente está asustada, con voz más firme y menos gentil continua con el dialogo.

 

-Dicen que “No es pecado matar a una bestia, sí a un hombre", tráeme más té -

 

El mesero se retira de inmediato, mientras Rhuddlan ensimismado menea la cabeza, trata de imaginar que pudo pasar con sus hermanos templarios, todo lo que está viviendo ahora es nuevo y desconocido para él, ¿Qué pensarían ellos al verle tomar otra cosa que no sea agua o vino? o peor aún que ha perdido cierto interés en ayudar al caído en desgracia, sí, así lo requirieran las normas pero bien sabe que esos tiempos han muerto al igual que sus camaradas.

 

-Aquí esta lo que pidió y me tome la libertad de traerle el periódico para que se entere de los pormenores- El mesero   ofrece a Rhuddlan el periódico, sin más el mesero se retira a sus labores.

 

En tanto Rhuddlan toma el tabloide y lee el encabezado

 

-“Horror en Whitechapel ”-

 

A punto de pasar al contenido de la noticia, su atención es atraída por un anciano calvo con un saco de lana acompañado por una joven de apariencia dulce y cabello rizado, ambos se paran en la biblioteca con llaves en mano, instintivamente se pone de pie deja  algunas libras sobre la mesa, a paso moderado Rhuddlan cruza por la calle con el afán de no intimidar a los dueños con su repentina llegada

 

-Buenos días he estado esperando su llegada-

 

El anciano de manera muy cortes interrumpe a Rhuddlan casi sin verle de frente, mientras abre la puerta principal

 

-Al menos alguien está pasando un buen día hoy, joven me temo que este día no abriremos, tan solo pasamos por algunos documentos- El viejo abre con torpeza la puerta y entra seguido de la chica.

 

La respuesta de aquel viejo deja con un palmo de narices a Rhuddlan quien rápidamente hurga dentro de la biblioteca y encuentra algo de su interés

 

-Le ruego me perdone por ser un poco insistente, pero en realidad me interesa uno de sus libros-

 

La joven intrigada pregunta a Rhuddlan.

 

-¿Y qué libro puede hacer que un hombre como usted salga en momentos de incertidumbre?-

 

Rhuddlan mira a los ojos avellana de la chica y con amabilidad contesta.

 

-Si te refieres a los asesinatos, no temo encontrarme de frente con el causante de la desazón en la que está sumida está comunidad, me preocuparía más el no poder adquirir ese libro que tienes apartado del resto- Rhuddlan apunta con el dedo índice en dirección de una mesa con varios libros.

 

El anciano sagazmente finge no saber

 

-¿Qué libro es ese muchacho? Seguro lo encuentras en otro lado y lo que es mejor, nuevo-

 

Rhuddlan en forma irónica le responde

 

-El I Ching, no es un libro que se encuentre fácilmente quizás en china le creería, pero no me interesa una simple copia, por eso estoy aquí, me costó averiguar la localización de un ejemplar tan antiguo, ahí reside su verdadero valor mi estimado señor-

 

Rhuddlan tiene la atención del sorprendido viejo quien lo invita a pasar finalmente con un pequeño ademan, Rhuddlan igualmente sorprendido se regocija interiormente pues sabía que el encontrar ese libro fue un simple golpe de suerte, al entrar de ultimo cierra la puerta.

 

-Y dígame joven ¿Cuánto está dispuesto a pagar por El I Ching (Clásico de los Cambios, o mutaciones)-

 

Rhuddlan sin perder el objetivo primordial oferta.

 

-Pagaría doscientas libras por cada hoja leída, con la única condición de hacerlo en algún lugar de esta vieja biblioteca y bajo su colaboración, algo me dice que ha estudiado ampliamente este peculiar libro, al terminar simplemente me iré por donde vine-

 

 

El viejo da dos pasos para atrás mirando de reojo a su nieta quien igualmente enmudeció un instante ante tal declaración, al no obtener una respuesta Rhuddlan se juega la última carta saca un anillo con el emblema de su familia de la bolsa de su chaqueta.

 

 

-Mire, le daré las primeras doscientas  libras que será un acto de buena fe y este anillo que será suyo si incurro en alguna falta o agravio de su consideración, en caso de que se pacte mi oferta y de no incurrir en ofensa alguna al termino de nuestro trato se me regresara dicho anillo, yo regresare en cinco días, considero prudente el tiempo para que medite la oferta- Rhuddlan sin más entrega el anillo al viejo y el dinero a la joven no dice una palabra más y sale del establecimiento.

 

El viejo pasado unos minutos recupera  el habla y cuestiona  a su nieta.

 

-Dime hija ¿Quieres ser de las pocas personas privilegiadas por las generosas dádivas de la señora Bianca? o ¿Tomar la oferta de ese extraño y ser recordada como la joven que rechazo la conveniente generosidad de Bianca Mayfair?-

 

La joven solo alza las cejas y sonríe, el viejo manipula el anillo en su palma y en el interior ve un nombre grabado, el cual solo susurra.

 

 

-Penrryld de Rhuddlan-

 

 

 

By Rhuddlan

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